martes, 24 de julio de 2018

Pintura flamenca y holandesa del Museo de Ginebra


Las obras de la exposición, procedentes de los Musées d’Art et d’Histoire de Genève acercan al espectador a uno de los períodos más fructíferos de la historia de la pintura europea. El conjunto de obras, formado por alegorías, escenas cotidianas, escenas religiosas, paisajes y bodegones confecciona una visión general de la pintura flamenca de los siglos XVI-XVII.

A lo largo del siglo XVI las cortes europeas y la burguesía adinerada se interesan por la cultura y las artes e integran en su círculo más cercano a expertos en arte y coleccionismo: mecenas, coleccionistas, talleres de artistas, historiadores e ilustradores, etc. La figura del marchante de arte también adquiere importancia. Hasta ese momento eran los banqueros y comerciantes los que se encargaban de los negocios de obras artísticas pero, a partir del siglo XVI se requiere personal de formación artística para desempeñar dicha labor.

Al mismo tiempo, los artistas comienzan a ampliar sus campos de interés. Los géneros artísticos son cada vez más específicos y concretos. Vemos las primeras representaciones de naturalezas muertas, floreros, escenas de la vida cuotidiana, bares y tabernas, etc. La intención de mostrar dobles sentidos o mensajes ocultos en las obras también aparece en este período.

A menudo se habla de los siglos XVI-XVII como el Siglo de Oro de la pintura flamenca.

Si bien en la exposición encontramos obras de primera línea artística como Pieter Brueghel el Joven y Jan Brueghel el Viejo o Cornelisz van Haarlem, también encontramos obras de pintores menos conocidos que confeccionan un ámbito plural en el que se desarrolló  la pintura flamenca. 

El Sacrificio de Isaac, 1600, Jan Brueghel El Viejo (1568-1625)

La exposición, que recoge 48 obras en el Caixaforum de Girona, se organiza a partir de los temas representados en las obras: paisajes, alegorías y escenas de la historia sagrada, naturalezas muertas y jarrones de flores, arquitecturas y escenas de la vida cotidiana y retratos.


Los paisajes habían estado considerados, hasta el siglo XV, como un género menor, porque la representación de figuras se consideraba de mayor nivel y calidad. Entre el siglo XV y XVI se produce un importante cambio: las escenas de figuras incluyen paisajes de fondo que, debido a su gran calidad, cobran cada vez más importancia hasta el punto en que las figuras son solo elementos decorativos. Los artistas expertos en paisaje como Roelant Svery o Meindert Hobbema destacan por su talento colorista y compositivo así como la experimentación con la luz y la temperatura. No obstante, los pintores no pintan en plein air, como posteriormente hará la Escuela de Barbizon o los impresionistas franceses, sino que toman apuntes del natural pero acaban las obras en su taller, por lo que la fidelidad a la realidad es relativa.

En la exposición hay tres alegorías que representan un mismo tema: la  futilidad del afán de éxito y la inútil acumulación de riquezas. La Fortuna de Cornelisz van Haarlem, es una obra de agitación, La Vanidad de Willem Bartsius es la serenidad y El Caballero Cristiano de Philips Wouwerman es una obra heroica.

Las historias de escenas sagradas están, inevitablemente, relacionadas con la historia religiosa de los Países Bajos. Hasta medianos del siglo XVI en las provincias del sur seguían vigentes los modelos de Van Eyck y Dirk Bouts, también tenían influencia barroca de Rubenas y poco a poco las historias sagradas se reinterpretan a la italiana, como vemos en la obra de Victor Wolfvoet el Joven. En las provincias del norte en cambio, las pinturas religiosas fueron reduciéndose a la consideración del protestantismo como religión pública del año 1579, así pues, la mayoría de obras conservadas de ese período son de pequeño formato y reservadas para la vida privada.

Las naturas muertas son otro de los géneros desprestigiados de la historia del arte hasta el siglo XV, pues representar figuras y vida se considera mucho más difícil que pintar paisajes o escenas inertes. Aun así, la difusión de ese tipo de cuadros era muy extensa porque eran de menores dimensiones y, al no estar tan bien considerados, su precio era también más económico. Sin embargo, la calidad de dichas obras es excepcional.

Ramo de Flores en un florero, 1610, Jan Brueghel El Viejo (1568-1625)

Los cuadros de arquitecturas tenían su propia clientela. Eran obras de gran precisión técnica, los pintores adquirían también conocimientos en arquitectura para poder realizar con la máxima precisión ese tipo de obras. En las obras presentes en la exposición vemos el dominio de la perspectiva o juegos de luz y sombra en el interior de las iglesias. Lo mismo ocurre en las escenas cotidianas.

Interior de una iglesia, 1635, Pieter Neefs El Joven (1578-1657/61)

El retrato en cambio, ha sido un género muy importante de la historia del arte que, en sí mismo, necesitaría una publicación exclusiva. Muchos de los pintores cuyo género principal era uno de los mencionados anteriormente, aceptaban retratos por encargo porque era una de las fuentes de ingresos más importantes para los artistas. Poco a poco pero, el espacio del retrato incluye escenas secundarias en segundo plano en que aparecen paisajes o escenas cotidianas.


Los cuadros de esta exposición fueron estudiados y restaurados entre 2005 y 2009 en colaboración con la Universidad de Ginebra. Sin embargo, el arte de los siglos XVI y XVII sigue abriendo numerosos campos de investigación, como el estudio material de las obras, la interpretación iconográfica o la historia del gusto, del mercado del arte y de los coleccionistas. Esta exposición ofrece una inestimable oportunidad de adentrarse en estos apasionantes temas desde la exquisitez visual.

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Fuentes e información adicional:
Exposición 'Pintrua Flamenca y Holandesa del Museo de Ginebra' desde el 15/02/2018 hasta el  16/08/2018  en el CaixaForum Girona
https://caixaforum.es/girona/home

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