Las
obras de la exposición, procedentes de los Musées d’Art et d’Histoire de Genève
acercan al espectador a uno de los períodos más fructíferos de la historia de
la pintura europea. El conjunto de obras, formado por alegorías, escenas
cotidianas, escenas religiosas, paisajes y bodegones confecciona una visión
general de la pintura flamenca de los siglos XVI-XVII.
A
lo largo del siglo XVI las cortes europeas y la burguesía adinerada se
interesan por la cultura y las artes e integran en su círculo más cercano a
expertos en arte y coleccionismo: mecenas, coleccionistas, talleres de artistas,
historiadores e ilustradores, etc. La figura del marchante de arte también
adquiere importancia. Hasta ese momento eran los banqueros y comerciantes los
que se encargaban de los negocios de obras artísticas pero, a partir del siglo
XVI se requiere personal de formación artística para desempeñar dicha labor.
Al
mismo tiempo, los artistas comienzan a ampliar sus campos de interés. Los
géneros artísticos son cada vez más específicos y concretos. Vemos las primeras
representaciones de naturalezas muertas, floreros, escenas de la vida
cuotidiana, bares y tabernas, etc. La intención de mostrar dobles sentidos o
mensajes ocultos en las obras también aparece en este período.
A
menudo se habla de los siglos XVI-XVII como el Siglo de Oro de la pintura
flamenca.
Si
bien en la exposición encontramos obras de primera línea artística como Pieter
Brueghel el Joven y Jan Brueghel el Viejo o Cornelisz van Haarlem, también
encontramos obras de pintores menos conocidos que confeccionan un ámbito plural
en el que se desarrolló la pintura
flamenca.
El Sacrificio de Isaac, 1600, Jan Brueghel El Viejo (1568-1625) |